Las perras tienen un instinto maternal muy desarrollado, que se vuelve evidente al final de la gestación con las tareas que hacen para preparar el “nido” para sus cachorros.
Al parir, salvo excepciones, buscan hacer reaccionar a sus cachorros con lamidos delicados. También estimulan con su lengua el funcionamiento de los esfínteres de los pequeños. Luego mantienen esta tarea para limpiarlos y también como una forma de comunicación para brindarles sensación de seguridad.
Las madres son muy protectoras y pueden volverse agresivas ante cualquier potencial peligro para sus cachorros. Además “retan” a los cachorros que se alejan de la camada y entienden el significado de cada uno de sus alaridos.
Ellas no se separan de los cachorros durante los días siguientes al parto. Los cachorros abren los ojos entre los 12 y 14 días de vida aproximadamente y poco a poco se van haciendo más independientes, escapando para explorar el mundo lejos de su mamá. Ellas aún los amamantan, pero no están tan atentas a sus cuidados, porque ya son más autónomos. Y así, las tomas para alimentarlos se vuelven menos frecuentes.
Poco antes del destete, puede suceder que las mamás perras regurgiten parte de sus comidas para adaptar a los cachorros a la nueva forma de alimentación. En el momento en que los cachorros empiezan a tener dientes, ellas les impedirán que sigan mamando, porque si lo hacen las lastiman.
Por último, las perras se vuelven menos vigilantes y hasta pueden parecer indiferentes. De todos modos, es recomendable que no se las separe de todos los cachorros de forma brusca pasada la fase de amamantamiento.
En relación a la alimentación, tanto las perras gestantes (principalmente en el último tercio) como las que se encuentran en estado de lactancia, deben incorporar un alimento balanceado y de alta calidad, que pueda satisfacer los requerimientos que aumentan durante esas fases.
¡No dudes en consultar con tu veterinario de confianza ante cualquier inquietud!